lunes, 8 de septiembre de 2008

POLÍTICAS RENTABLES


La relación entre Política y Administración es indudable y cada día más. Y al referirme a la Política lo hago no en el sentido jurídico, en el que hacer política coincidiría con la configuración de los fines a cumplir y su definición a través de normas que han de ser ejecutadas. En este caso me refiero a la política como el ejercicio dirigido a la conservación del poder, lo que es lo mismo que el dirigido a ganar las próximas elecciones. Desgraciadamente esta versión de la Política es la vigente y real. Pues bien, desde este punto de vista las políticas públicas que interesan, sin importar su efectividad o no, son las rentables, las que garantizan votos. De esta manera la Administración pública también ha de actuar de modo diferente que cuando se trata de aplicar el derecho. Su actuación no ha de perturbar la señalada finalidad de ganar las elecciones. Por eso lo importante, en contraste con la idea clásica, es la contribución al diseño de políticas públicas que garanticen votos. Por eso no es de extrañar que cada vez más proliferen cargos y personal con nombramientos de confianza.

No es mi día optimista, ni mucho menos, no me gusta nada lo que veo, ni como está la economía, ni como se trata de destruir valores morales de los cristianos o católicos, ni de la situación de la administración de coacción u orden público, por ejemplo. La situación de la sociedad española del franquismo hasta la fecha ha sufrido transformaciones muy importantes, que historiadores y sociólogos imparciales han de analizar, tanto en los hechos como en las consecuencias. Mientras la bonanza económica, el bienestar y el consumo, han ocultado los efectos, la situación ha sido buena o aceptable, pero si las bases de nuestra economía ceden, la situación puede ser muy otra. Pero no es este el campo de mi especialidad técnica, sino el que me afecta como simple ciudadano y aquí, básicamente, quiero constreñirme a la Administración pública.

Pero es que en orden a ésta, la preferencia por las políticas públicas rentables, por la gran obra, las subvenciones, la permisibilidad en muchos campos, etc. ha supuesto el abandono de los fines clásicos de nuestras Administraciones públicas y su falta de adaptación a la nueva situación social y, sobre todo, personalmente lo percibo en la ya citada materia de orden público. Así en estos últimos meses, por ejemplo en Valencia, el masivo consumo de alcohol en la calle ha provocado recientes enfrentamientos de jóvenes con la policía, que en inferioridad de condiciones ha sido apaleada y ha tenido que pedir ayuda. Del mismo modo, las fiestas en algunos pueblos han acabado de mala manera; en concreto el pueblo de Alcácer (Alcásser), ha sufrido una revuelta contra la policía cuando acudió por una pelea con grandes cayados, típicos en sus fiestas ,y ahora se estudia cómo establecer límites para años futuros. Los ciclistas circulan, grandes y pequeños, por las aceras y no a poca velocidad en algunos casos. Salir del portal de casa sin mirar puede ser un riesgo. Los bares utilizan el dominio público, parques y aceras, para extender su comercio, inicialmente basado en un indigno cuchitril y los peatones han de sortear obstáculos para llegar los pasos correspondientes, también ocupados por los coches. Muchos locales de ocio vienen funcionando sin licencia de actividad y nadie se ocupa de aplicar la ley o la ordenanza del ruido al patán que con las ventanilla abiertas y coche tuneado lanza la ¿música? a toda pastilla y viento; pero, eso sí, se prohíbe en las bodas la circunstancial traca a la salida de la iglesia. El metro de Valencia no puede funcionar en algunos tramos porque se roban los cables que contienen cobre. Pero siguen siendo promocionadas fiestas gamberras como la tomatina, la merenguina, el lanzamiento masivo de uva o de cubos de agua, ésto pese a la sequía. Estas fiestas gamberras pueden acabar en salvajes. En fin, podría pasarme el día exponiendo casos y casos en los que no se percibe ninguna actuación administrativa. Un político valenciano se inventó el policía de barrio, que acabo siendo de cercanía y que aún esta lejos de llegar a nuestra vista.

A los investigadores y sociólogos les pido que estudien las plantillas de las Administraciones públicas y midan su proporcionalidad o que nos expliquen cuánto han aumentado los cargos políticos. ¡Pero qué digo ¡ lo que hay que pedir es que las Administraciones públicas racionalicen su actividades y reorganicen sus efectivos y plantillas y dejen de vender humo a efectos electorales. Hay que pedir que se gobierne administrando profesionalmente y no a través de los medios de comunicación. Pero, quizá eso no sería rentable y no sólo electoralmente.

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