domingo, 3 de enero de 2010

EL FRANQUISMO COMO ARMA REACCIONARIA.



Hace tiempo que comenté que sentía la necesidad de abordar la cuestión del franquismo y de su utilización actual, pero la realidad es que las múltiples implicaciones que el tema conlleva dificulta la tarea y aunque en mis reflexiones no eludo la crítica política siempre he querido que estuvieran directamente vinculadas con la Administración, incluso en las cuestiones de claro matiz jurídico.

De otro lado, como cuando comienzo a escribir no he realizado un esquema previo, nunca tengo claro lo que voy a seguir diciendo, por ello vaya en primer lugar que lo que provoca las reflexiones de hoy es el hartazgo que tengo de que 35 años después de la desaparición de Franco y 32 de la Constitución hoy vigente, siga el franquismo siendo arma política y que se utilice para descalificar a la derecha y para amparar una clara conducta reaccionaria dirigida a volver atrás y dejar sin efectos los últimos 70 años (prácticamente los que yo tengo) considerando que desde 1978 estamos en transición hacia lo que algunos consideran perdido en 1939. Y si estamos aún en transición deberemos llegar a la conclusión de que no estamos todavía en democracia y los hechos para mí lo demuestran. También habría que pensar, si esto es así, que estamos en periodo de construcción de un nuevo régimen político.

Y dicho esto es cuando surge la dificultad de manifestar el resto de cosas que tengo ganas de decir. Dificultad que nace, como he dicho antes, de las múltiples implicaciones del tema, de modo que las perspectivas desde las que puede abordarse son muchas, variadas y opuestas. También son difíciles de resumir en un solo post y, además, están sujetas a frenos, tabúes y temores, en cuanto que hoy es evidente que nadie quiere ser tachado de franquista o de facha. Pero el franquismo es un período muy amplio de nuestra historia actual, con distintas etapas o momentos y es evidente que es raíz y origen de muchas de las cosas que afectan a nuestra sociedad, instituciones, política, derecho y administración pública. Baste sólo con decir que la época dorada de nuestro Derecho administrativo y su noción como garantía para los ciudadanos se produce durante el franquismo. Además, éste trae causa de errores políticos evidentes, de reacciones de unos contra otros y, sobre todo de una guerra civil que marcó la vida de los padres de mi generación y a ella misma. En derecho se dice: la causa de la causa es la causa del mal causado y, por tanto, no cabe abordar el franquismo sin abordar las razones que lo produjeron, lo alimentaron y fueron la causa o motivo de su permanencia. Hoy se elude torticeramente esto, se descalifica el periodo que lleva a la Constitución vigente y se la sortea y, desde mi punto de vista, se reproducen situaciones que fueron causa de aquellos males y de buena parte de los actuales. Pero lo que importa desde la perspectiva de este blog, tal como se ha concebido, es que cuando se dice que estamos en democracia vemos que se subvierten las formas y procedimientos establecidos para la producción del Derecho y para su determinación o declaración como tal y la Administración pública deja de ser garantía, poniendo el acento en el servicio público, para acabar defendiendo una privatización que no es tal, sino una desjuridificación que convierte a dicha Administración, como repetidamente vengo exponiendo, en un mero servicio al cargo político y a la gestión privada en la utilización de formas y procedimientos que favorecen el amiguismo, clientelismo y la corrupción.

Bien, esto es lo que ha salido por hoy y quedan muchas cosas que decir sobre el tema; pero lo que importa es decir ¡basta de acudir al franquismo¡ ¡Ya está bien¡, utilicen los políticos los cauces legalmente establecidos y aprobados democráticamente y dejen de subvertir el Derecho y las Instituciones y de dividirnos y enfrentarnos acordando puntos que saben que no pueden compartirse porque afectan a la raíz de los valores, del sentimiento y de la ideología, porque de todo esto aún queda algo y no todo se lo ha llevado el realismo, el utilitarismo y el pragmatismo exacerbado.


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